miércoles, septiembre 27, 2006

Implota

He vuelto a caer dentro de esos rumbos hace tiempo vedados. Y es verdad que quien entra jamás logra encontrar algún sendero congruente que lleve hacia la meta. Si analizamos más de cerca, sabremos que aquel final es sólo una extensión del infinito letargo, la ruptura simplemente actúa como un ligero atisbo de lo que en realidad se eclipsa.
Probablemente sea un poco osado enunciar tales afirmaciones puesto que, sin duda alguna, el reloj es quien establece la verdadera magnitud de los eventos. Al menos eso se ha predicado con eficacia. Sin embargo, existe un defecto inadvertido dentro de ese mecanismo cobrizo y es que no es capaz de puntuar las implosiones.
Arrítmicamente son quienes se han encargado de guiar el curso eventual, aún así, las expectativas se encuentran una vez más exaltadas y dudosas. Es grato recordar que aún existen, que alguna vez existieron.
Observo a mi alrededor parajes vislumbrados con anterioridad, me inmovilizo y fantaseo con la promesa de un escenario original y desconocido. Es evidente mi retorno a la confusión y reconozco el peligro.
A pesar de todo, sigue siendo inútil atarse y resistirse: el descenso ha sido predeterminado.
¿Y si…?
No indagues, tan sólo implota.
Implota.