lunes, agosto 18, 2008

Fear

Comenzar algo siempre me ha sido difícil, las palabras pierden su valor estético para convertirse en simples secuencias de caracteres que se repiten constantemente con un cierto patrón aparente.
Sin embargo, son el único medio factible para plasmar una fotografía sin imagen, una fotografía que normalmente carece de luz donde sólo existen sombras, sombras de sombras.
Quisiera ser capaz de romper aquellas estructuras tan conocidas y dominadas que se construyen con tanta naturalidad que parecen tener conciencia propia. Quisiera explotar y destruir las raíces mórbidas de las cuales está hecho todo, volver a la nada y crear, comenzar, dar vida a algo bello, olvidar.
Porque siempre me sorprendo en una búsqueda sin sentido, intentando armar un rompecabezas con demasiadas piezas que no encajan. Siempre necesitando respuestas y nunca encontrándolas, siempre anhelando, siempre intentando escapar, siempre meditando, siempre regresando al detestable punto inicial.
Quiero explotar, las implosiones han dejado de surtir efecto hace tiempo ya, se han mecanizado y perdido su consistencia elástica. A veces siento que es una empresa imposible, totalmente onírica y devastadora. A veces siento que el fin se acerca con marcha solemne, tan rápida que casi puedo sentirlo llegar con ese terror paralizante tan bien conocido. Pero despierto y se ha marchado, no sin antes dejar una estela ponzoñosa para hacerse recordar en tiempos posteriores, para no olvidar el camino de regreso.
Quiero explotar para permitir que la metamorfosis sea exitosa, que esa nueva figura incubada respire y sea libre al fin. Porque incluso el interior se ha vuelto sofocante, negro, negro, negro. Pero aún dentro de esa oscuridad hay veces que un nimio destello de luz se abre paso hasta tocar el núcleo y desaparecer con él.
Quiero explotar, desaparecer con todo y nada, que el resto al fin se adhiera y vuelva a ser uno, y encontrar paz.
Quiero explotar.

jueves, enero 03, 2008

De temps en temps

Al fin se abrió la ventana que había permanecido cerrada durante tanto tiempo, y no por voluntad propia, algo indefinido se encargó de alejarse de ella pues los vientos eran fuertes y se corría el riesgo de una ráfaga helada que destruiría el encanto tibio de antaño.
Pues bien, no es sorpresa que al derrumbar la entrada el viento furioso haya azotado con violencia el triste nido menguante, despedazando por completo los frágiles restos. Pero las intenciones no fueron malignas, el resultado es comprensible, además, fue amable de su parte el poner fin a la agonía que experimentaba el feto.
Desgraciadamente, para dar paso al placer es necesario limpiar los escombros, analizar uno por uno, despedirse y finalmente deshacerse de ellos. Sólo así es posible respirar bajo la superficie.
Y es exactamente en este proceso donde descubrí nuevos habitantes y reencontré algunos viejos colegas y parásitos. Un ecosistema bastante curioso; tomando en cuenta que no existió ley alguna durante varias eras, el desorden era desconcertante y, sin embargo, armónico.
Es probable que la metamorfosis haya sido impulsada por designios superiores, como el breve lapso en el que la manecilla se detiene por completo, como si titubeara y dudara de ese poder cinético irreversible.
Pero no nos enfoquemos en la causa, el efecto es lo importante en el análisis ecuatorial. Me parece curioso visitar algo ya conocido pero tan cambiado que apenas y puedes ubicar los puntos cardinales. A pesar de todo se percibe la misma tonalidad, los mismos matices siguen presentes en cada suspiro que se convierte en sollozo.
Cada diálogo con los residentes aumenta un poco más la fuerza de gravedad, siguiendo un comportamiento casi exponencial e inversamente proporcional a los destellos.
¿A qué viene todo esto?
A la conclusión o, mejor dicho, a la nueva incógnita que ha tomado posesión del terreno ahora vacío y desolado.
Analicemos: si la respuesta no se encuentra en las biósferas intrínsecas, ni tampoco afuera, en la sede etérea, entonces ¿dónde buscar? Porque está claro que hay un problema. De no haberlo, no se habría quedado encerrado para empezar.
De vez en cuando el aire decide renovarse… y es entonces cuando tenemos otra oportunidad.

martes, mayo 08, 2007

Uno o dos

El sopor era asfixiante. Mis esfuerzos por despertar se perdían entre el calor y a desesperación. Tras unos instantes, que parecieron horas, logré incorporarme únicamente para derrumbarme cerca de la puerta. Mi mano quería alcanzar la manija pero mis deseos eran otros.
Nada tenía sentido, las ventanas adquirían formas imposibles y el aire que respiraba era como veneno alucinógeno. El trayecto de mi brazo se vio repentinamente afectado por un impulso incontrolable, abrí el cajón y tomé con delicadeza aquel instrumento que podría ayudarme.
Contemplé su filo, admirando la perfección de la hoja y odiando con cada vez más fuerza los destellos de luz que reflejaba. Toda mi vida había transcurrido para llegar a ese momento, ese instante del que nadie puede escapar. De pronto, ideé un mejor plan, uno infalible. Pero para llevarlo a cabo era necesario salir a adquirir los medios faltantes.
El día transcurrió de un modo casi atemporal y mi mente sólo se enfocaba en una meta. La tarde comenzó a caer, como para señalarme el camino al hogar. Y fue en ese momento cuando a lo lejos alcancé a distinguir una figura conocida, envuelta en sombras, dirigiéndose hacia mí con paso lento, firme.
Ya a pocos pasos de distancia corrió y me abrazó como si fuera ayer, como si el tiempo me hubiera jugado una broma pesada me regresara a paisajes conocidos, casi olvidados.
Sentir ese cuerpo contra mí me llenó de esa vitalidad que alguna vez tuve y me azotó con una violencia estremecedora.
Caminamos juntos mientras me relataba ávidamente sus experiencias. Le conté mi sueño de viajar por el mundo y me incitó a ello pero yo sabía que era demasiado tarde. Recordé todos los momentos transcurridos a su lado… la felicidad de otro tiempo, cuando todo parecía posible.
Antes de partir, me entregó un regalo que atesoraré por siempre. Esa sola frase cambió mi percepción y agradecí la gracia que se me había concedido.
Regresé a mi habitación lleno de dicha, bebiendo cada suspiro como si hubiera vuelto a nacer y miré por última vez el filo paciente.
Sí, esperará indefinidamente, y yo, recuperaré el tiempo perdido… pasaremos el resto de nuestros días juntos.

domingo, enero 07, 2007

Ciclos

Nunca deja de sorprenderme la poca congruencia con la que se desenvuelven los giros mitológicos. Tic, comienza a revelarse un escenario mágico; árboles con frutos de cristal, un viento tan suave y gentil al tacto que casi parece invitarte a una danza, ese cálido aroma a inmortalidad que atrapa tus latidos, el inaudible sonido herbáceo que se mezcla con el palpitar acuático para afinar la vista a esos matices ocultos; y ese gusto tan particular que dejan los murmullos.
Clac, un sonido mecánico estruendoso; un vaho calcinado se abre paso entre las explosiones subterráneas, gotas pegajosas caen potentemente y perforan con violencia el frágil terreno, la insolación se aúna con la fiebre encarnada, los chirridos resuenan con locura en la roca diluida hasta que el escozor se vuelve insoportable y el tinte aéreo desaparece.
Poc, la vista no se atreve a relatar lo acontecido; son las querellas quienes difunden los rasguños sobre el suelo deshidratado, el hedor picante de los sollozos. Comienzan a aparecer los fantasmas de lo que alguna vez fue y por primera vez derramas una lágrima. Continúas arrastrándote en la oscuridad, llegas al campo de espinas y te desgarran pues tienen sed, pero no te detienes sino hasta alcanzar el otro extremo donde finalmente tienes el valor de masticar las cenizas.
Din, el panorama se congela de pronto; las partículas quedan suspendidas en un espacio sin límite, la corriente cesa para dar paso a un silencio absoluto, para envolver todo en una fina seda. La estática atemporal se desplaza, observa detenidamente, analiza, sucumbe. Y, sin más, un extraño brillo aparece en el horizonte; parpadea, se transforma y, eventualmente, revitalizará los delicados tejidos que yacen bajo el manto.
Tac.

jueves, diciembre 07, 2006

Luto

La ilusión murió, fue despedazada.

Sí, estoy de luto

miércoles, septiembre 27, 2006

Implota

He vuelto a caer dentro de esos rumbos hace tiempo vedados. Y es verdad que quien entra jamás logra encontrar algún sendero congruente que lleve hacia la meta. Si analizamos más de cerca, sabremos que aquel final es sólo una extensión del infinito letargo, la ruptura simplemente actúa como un ligero atisbo de lo que en realidad se eclipsa.
Probablemente sea un poco osado enunciar tales afirmaciones puesto que, sin duda alguna, el reloj es quien establece la verdadera magnitud de los eventos. Al menos eso se ha predicado con eficacia. Sin embargo, existe un defecto inadvertido dentro de ese mecanismo cobrizo y es que no es capaz de puntuar las implosiones.
Arrítmicamente son quienes se han encargado de guiar el curso eventual, aún así, las expectativas se encuentran una vez más exaltadas y dudosas. Es grato recordar que aún existen, que alguna vez existieron.
Observo a mi alrededor parajes vislumbrados con anterioridad, me inmovilizo y fantaseo con la promesa de un escenario original y desconocido. Es evidente mi retorno a la confusión y reconozco el peligro.
A pesar de todo, sigue siendo inútil atarse y resistirse: el descenso ha sido predeterminado.
¿Y si…?
No indagues, tan sólo implota.
Implota.

miércoles, agosto 30, 2006

Research and developement

Es probable que esta mórbida espuma sea el único motivo perceptible para un reencuentro con las limitantes tipográficas, aunque probablemente exista un terreno inexplorado bajo la superficie; así permanecerá por el momento.
Existen muchas hipótesis pero no he logrado localizar un punto clave en todo esto, un hilo conductor que atraviese las diversas teorías globales y sea el responsable del movimiento convulsivo y vibratorio al que se someten los volúmenes intangibles.
Entonces, ¿por qué ocuparse de algo no resuelto?
Sencillamente porque son los pequeños avances los que más pesan dentro del contorno efímero, aquellos que egoístamente dejamos a un lado por su escaso valor numérico.
Un paso más, un suspiro más cercano a la incógnita y, de ahí, de vuelta al origen.
No sé si algún día le encuentre uso a todo aquello que me visita una y otra vez, que aletea circularmente y que ha comenzado a anidarse sin intención aparente de partir. Pero no me molesta, creo que la simbiosis ha rendido buenos frutos, claro, a base de experimentar con muchos otros ya enmohecidos.
Resumiendo y concretando, el problema es la incertidumbre sobre si algún día deleitarán algún paladar o si inevitablemente permanecerán cristalizados, inmortalizados dentro de una galería que nadie alcanzó jamás a contemplar.
Sea cual sea el caso mantendré impecables los vitrales aunque muchas veces me haya visto tentado a dejarlos en el olvido.

jueves, julio 27, 2006

Decadencia

Regreso una vez más a plasmar con símbolos premeditados y prefabricados un pequeño trozo de aquella esfera cíclica, cónica, piramidal y coloidal-andrógina (aunque más amorfa) que habita o, mejor dicho, en la que habita la plasticidad icónica a la que han nombrado e intentado categorizar con una etiqueta bilateral (y muchas otras posteriormente).
Pero ¿es verdad que la distingue? ¿Qué importancia tiene esa pequeña serie de palabras repetida innumerables veces como un acto reflejo?
Regalo malicioso, sin lugar a dudas. Impuesto y forjado de la manera más grácil… muy ingenioso y práctico pero totalmente destructivo.
Es casi un requisito que se asimile y finalmente se convierta en una parte imprescindible, tan autónoma que llega a carcomer al resto y proclamar para sí el todo.
Aunque tal vez le estoy dando mucho crédito a algo que no lo merece (tengo muy buenos ejemplares para fundamentar la carencia de mecanismos procesales previamente integrados), de todas formas es posible asegurar que contribuye al deterioro.
Es irreversible, la ley gravitacional terrestre implica un descenso pero seremos pocos los ingenuos que intenten evitar lo inevitable.
He aquí el paisaje. Curiosamente la fotografía resultó ser bastante diferente a lo esperado… las estructuras cambian y se derrumban rápidamente.
Sí, en efecto, la marea es más divertida que el ocio terrenal.